martes, 3 de febrero de 2009

FUNCIÓN DEL ARTE 1

Diego no conocía la mar. El padre, Santiago Kovadloff, lo llevó a descubrirla.
Viajaron al sur.
Ella, la mar, estaba más allá de los altos médanos, esperando.
Cuando el niño y su padre alcanzaron por fin aquellas cumbres de arena, después de mucho caminar, la mar estalló ante sus ojos. Y fue tanta la inmensidad de la mar, y tanto su fulgor, que el niño quedo mudo de hermosura.
Y cuando por fin consiguió hablar, temblando, tartamudeando, pidió a su padre:
- ¡Ayúdame a mirar!
Autor: Eduardo Galeano. El libro de los abrazos
En algunas ocasiones, cuando leemos algo, a menos que tengamos un análisis profundo o una explicación del autor, las interpretaciones que podemos darle son muchísimas.
Cuando leí La Función del Arte el primer impacto fue de desesperación y me recordó la Alegoría de la Caverna. Los humanos vivimos en la ignorancia, engañados por nuestras percepciones, por los sentidos, y muchas veces somos incapaces de contemplar, cerramos los ojos al mundo de las ideas, del conocimiento. Solo aquellos capaces de superar el dolor que supondría liberarse de las cadenas podrán contemplar el mundo con sus propios ojos.
Debemos siempre mirar hacia la luz, aunque nos duelan los ojos!
Dejar que ese mar estalle ante nuestra mirada.

2 comentarios:

ZapateroRemendon dijo...

Cuando el hombre comience a ver las cosas y deje solo de mirarlas todo un mundo nuevo se abrira ante nosotros...
Creo que aun no estamos preparados, no queremos saber, el saber trae consigo el sufrimiento de no poder cambiar las cosas...
Por eso algunos prefieren vivir en la ignoracia, algunos simplemente quieren vivir supongo y con eso les alcanza...

Unknown dijo...

Es cierto.
Con respecto al sufrimiento de no poder cambiar las cosas. Creo que el hombre sigue con su filosofía de haber sido creado a imagen y semejanza de Dios. ¿Somos acaso semidioses? Nos proponemos cambiar lo inalcanzable y somos inacapaces de cambiar lo que está en nuestras manos. El sufrimiento, creo, no es no poder cambiar las cosas sino querer cambiar lo que no se puede. Un beso y gracias por el comentario, Vero