"Tu vida depende de lo que en el mundo pase y de lo que en el mundo sea. Tú no eres más que uno de los dos grandes ingredientes de tu vida: el otro es e mundo. Si quieres acertar en tu vida tienes que acertar en tus ideas y presunciones sobre el mundo. Por tanto, yo no puedo, en serio, hablarte de tu vida sin hablarte el mundo. Pero el mundo, lo que en torno hay, la circunstancia, tiene capas como una cebolla. Y las más externas o superficiales son menos reales, son menos auténtico mundo que las internas. Una vida acierta cuando vive hacia, con y de lo más autentico y sustancial de cuanto pasa y es en esta hora del mundo. Es inútil que tú seas admirable si no vives lo sustancial de tu época. Para esto, tu vida tiene que dejar de resbalar sobre el mundo (divertirse, ver, oír, tratar, encapricharse) –tiene, por el contrario, que hincarse ante él. Ahora bien, por determinadas coincidencias, en estos momentos en que el mundo está, el por si, en crisis radical, acaece que la sustancia del mundo no tiene nada que ver con su superficie. Me darás la razón sin más que formalizar tu propia impresión de lo que te rodea. Ves con evidencia que eso es todo liquidación de una realidad fenecida, fantasma y larva de un pretérito. Pero no es menos evidente que alguna otra realidad se estará preparando esa realidad será el mañana próximo. Y tienes, sin remisión, que decidirte: o resbalar por el Hoy o disponerte a llegar tú, plenamente, con el mañana. Toda la vida actual está en sus últimos minutos y rápidamente se incorpora otro tipo de vida radicalmente distinto. Pero, claro es, precisamente porque será lo que mañana triunfe no se encuentra esa nueva vida en la calle ni en los escaparates. Dar con ella supone trabajo, esfuerzo, adscripción, vocación –no diversión. Por eso cualquiera puede verla, usarla, gozarla, ver quien y que es. La otra se está haciendo, su realidad es su hacerse y solo se la ve haciéndola, es decir, sumiéndose en ella, en sus problemas, en sus iniciaciones, adoptándola como destino…”
Fuente: Victoria Ocampo, Testimonios, Series primera a quinta, Mi deuda con Ortega, pag 267,268.
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